"Michael Scott, le presento a David Brent"
En la séptima temporada de 'The Office', Steve Carell coincidía con Ricky Gervais en un cameo y se daban cuenta que tenían mucho en común. Tanto como que eran el mismo personaje con nombre distinto.
Michael Scott es David Brent. O la versión americana y -en especial, a partir de la segunda temporada- un poco edulcorada del David Brent de Gervais. El jefe, más necio que ruín, de una sede de una empresa papelera en el gris y anodino Slough.
Todo lo que se hizo viral y se multiplicó por mil en la adaptación yankee ya estaba en esa pequeña gema de 12 episodios y dos especiales creada por Gervais y Stpehen Merchant, que la BBC aceptó hacer porque era barata y entreñaba poco riesgo. Están el romance entre un comercial (Tim y no Jim) y una recepcionista (Dawn y no Pam), la crisis que amenaza con integracion de sucursales y despidos, las burlas a un asistente al director regional lameculos (Gareth y no Dwight)…
Sin la The Office británica, no se entenderían todas las sitcoms Con formato docudrama que se han hecho a posteriori. Y Gervais no sería multimillonario.
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